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Con la ayuda de Dios pudieron capturar a Oreb y a Zeeb, los jefes madianitas, y eso tiene mucho más valor.

Con estas palabras de Gedeón, se les pasó el enojo a los de Efraín.

Gedeón y los trescientos hombres que lo acompañaban llegaron al río Jordán, y lo cruzaron. Estaban muy cansados, pero seguían persiguiendo al enemigo. Al llegar a Sucot, Gedeón les pidió a los que vivían allí:

—Por favor, denles algo de comer a mis soldados, porque están muy cansados. Estamos persiguiendo a Zébah y a Salmuná, los dos reyes madianitas.

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